martes, 5 de julio de 2011

Vampires, de Thierry Jonquet: ¿de verdad no existen?

¿Qué os puedo decir de esta novela? Que más de una vez me ha dejado con la boca abierta en el transporte público. Ya pensarían mis compañeros de vagón de metro: ¿a esta pobre qué le ha dao? Y luego, me apeaba y en las escaleras mecánicas aprovechaba para leer un ratito más.

De sorpresa en sorpresa he ido, pues, alucinada (y a ratos también estremecida) por el atrevimiento de Jonquet. Lo cierto es que no podía haberse despedido de este mundo con una historia más extravagante y más atrapante. Os cuento.

Ya os dije que Vampires es una novela inacabada. Se para en la página 185 cuando por lo menos daba para unas doscientas más. Sin embargo, te deja con la sensación de que lo leído ha merecido la pena,  en cierto modo compone una unidad y no supone ningún embrollo.

Jonquet se atreve, como ya hizo en Ad vitam aeternam, con un género difícil y raro, lo que alguien ha dado en llamar negro fantástico o gótico social. Jonquet le es infiel al polar y se adentra en los territorios del fantástico, el horror (las primeras páginas de Vampires horripilan tanto como las de Moloch) e incluso la ciencia ficción (se atreve con una explicación "científica" del vampirismo), sin dejar de dar caña a la situación política francesa. Tengo leído por ahí que practica el travestismo con los géneros narrativos. Es difícil que con todos estos ingredientes salga un cóctel decente; pues bien, él lo logra y no solo es decente, sino genial y delicioso.

Así, por el lado realité, vuelve a ambientar la novela en Belleville, su barrio de París, y vuelve a rellenarla de todos los problemas que allá se viven: comunidades religiosas o raciales replegadas sobre sí mismas, desconcierto moral, violencia, intolerancia... Allá van a parar estos vampiros de Jonquet, que son, por supuesto, rumanos y no se nos puede olvidar la que lió Sarkozy con las expulsiones del verano pasado.

Me hace gracia leer algo que publicó en 1997:
La monstruosidad está más extendida por el mundo que la estupidez. Ambas son una fuente inagotable de asuntos narrativos que a mí me gusta explorar. A menudo me deja estupefacto la sección de sucesos de los periódicos, pues me revela la existencia de monstruos vulgares y corrientes, de ogros bonachones, de psicópatas perfectamente integrados en nuestra sociedad, cuya conducta privada se abisma en las más profundas simas de la ignominia.
Me hace gracia leerlo porque, sin saberlo quizás, estaba describiendo a estos sus vampiros.


Para acabar, os doy noticia de un par de cositas de Jonquet que han ido a parar a la tele. Primero, la serie Boulevard du Palais, basada en los personajes de Les Orpailleurs. Y segundo,  Fracture, un telefilm basado en Ils sont votre épouvante et vous êtes leur crainte, con guion de mi viejo amigo Emmnauel Carrère. A ver cómo hago para agenciármelo.

4 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Te veo, compa Noe, fascinada con el "producto", con lo cual debe merecer la pena, y mucho. Eso sí, ten cuidado con las escaleras mecánicas del metro, que son muy traicioneras (sobre todo, cuando va uno enfrascado en algo que no sean sus escalones...).

Un fuerte abrazo y buena semana.

Susan Lenox dijo...

Estos de los vampiros, me atrae un montón.
Yo ahora estoy leyendo LA VIUDA EMBARAZADA, el último del genial Martin Amis.

Noemí Pastor dijo...

MANUEL, creo que ya te he dicho que de Thierry Jonquet es la novela "Tarántula" en la que se basa "La piel que habito" de Almodóvar. A mí Jonquet (casi) siempre me ha abducido y eso es lo mejor que te puede pasar con un libro, a pesar del peligro que se corre en las escaleras mecánicas.
Besos, compa.

Noemí Pastor dijo...

SUSAN, la novela tiene mucho atractivo, a pesar de ser inacabada. Una pena que Jonquet se muriera y nos privara de más obras así.
Martin Amis dio una charla el invierno pasado en Bilbao. Hizo gala de un humor británico tan sutil que el pobre intérprete sufrió muchísimo. Y qué cara de póquer. Literariamente siento no conocerlo demasiado bien, pero prometo enmendarme.